Sí, señor. Cualquiera que tiene una religión buena, grita. Tiene algo por lo cual gritar. Un hombre anciano de color solía hablar conmigo allá en la calle. El dijo: "Tú crees en esa religión en la que se grita, ¿no es así, Billy?" Y yo dije: "Sí, señor". Y yo... El dijo: "¿Sabes qué?", (a la mañana siguiente que él llegó; él tenía como unos noventa años de edad), él dijo, "quiero decirte algo".
Yo dije: "Muy bien. ¿Qué es, Reb?"
Y él dijo: "Bueno, mira", él dijo, "toma a un gallo; tú puedes atar sus patas, meterlo dentro de una caja, y hacer todo lo que tú quieras. Pero", dijo," cuando empiece a rayar el día, él se volteará y cantará".
Yo dije: "Correcto".
El dijo: "¿Qué lo hace hacer eso, Billy?"
Yo dije: "El es un gallo y está rayando el día". Correcto. Es su naturaleza.
Y cuando un hombre es nacido del Espíritu de Dios y tiene esa Vida Eterna dentro de él, cuando el Espíritu Santo viene, tiene que gritar; algo tiene que suceder.