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sábado, 14 de julio de 2012

Los Valientes

 

     
Los Valientes
     

Ciñe tu espada sobre el muslo, oh valiente,
Con tu gloria y con tu majestad.
Sal 45:3

 

     El mundo hoy mis amigos, está esperando ver gente que esté unida con Cristo para mostrar el verdadero Espíritu de Cristo, héroes valientes. Para terminar puedo decir esto: El mundo está deseando ver héroes y eso es bueno. Un antiguo proverbio dice: Los cobardes mueren miles de veces mientras que los héroes nunca mueren. Hay un relato que viene a mi mente y me gustaría contarlo por un momento. Es la historia de un héroe que casi siempre queda en el olvido. Muchos de Uds. hombres y mujeres de mi edad se acordarán bien de ella por los libros de la escuela.

Ocurrió hace muchos años atrás en Suiza. La gente de Suiza había huido a las montañas y había construido casas, tenían su propia economía y sus hogares y lo apreciaban. Ellos no eran guerreros sino gente de paz. Entonces en una ocasión llegó de repente un ejército poderoso, hombres bien entrenados, firmes como esos asientos, como una pared de ladrillos, con enormes escudos y lanzas, hombres de guerra bien adiestrados. Entraron marchando a Suiza para tomar lo que tenían los Suizos y ellos, para cuidar sus hogares, se despidieron de sus esposas e hijos bebés, tomaron viejas hoces, rocas, piedras grandes y garrotes y salieron al valle para enfrentarse al ejército que venía. Cuando se reunieron eran sólo un puñado de hombres y a su alrededor estaba marchando un gran ejército. ¿Qué podían hacer? Se pararon allí sin esperanza y sin ayuda, se miraban unos a otros, estaban vencidos y no había salida. Estaban acabados.

Al cabo de algún tiempo un hombre llamado Arnold von Winkelried, salió al frente y dijo: "Hombres de Suiza, detrás de la montaña hay una casita blanca donde esperan mi esposa y mis tres pequeños hijos. Me despedí de ellos esta mañana y nunca más los veré sobre esta tierra". Le preguntaron: "Arnold von Winkelried, ¿qué vas a hacer?" Y él respondió: "Hoy moriré por Suiza". Ellos le dijeron: "Eso no servirá de nada, ¿por qué dices que morirás por Suiza?" Y él dijo: "Tomen lo que tengan, arados, hoces, palos, garrotes y piedras, síganme y peleen lo mejor que puedan con lo que tienen".

Le preguntaron: "¿Qué harás?" Y él tiró al suelo su hoz, con la que iba a pelear, levantó sus brazos y le gritó a aquel gran ejército; observó donde había más lanzas, todos iban uniformados y marchando por la montaña sin parar. Así es que hace el diablo. Ya venían por la esquina y él levantó sus manos y gritó: "Abran paso a la libertad". Y el ejército que venía se maravilló y él siguió corriendo y gritando: "Abran paso a la libertad".

Cuando llegó donde estaban aquellas enormes lanzas, donde muchos esperaban capturarlo, extendió sus manos así y agarró las que pudo y se las clavó en el pecho. Tal demostración de heroísmo trastornó a aquel gran ejército y fueron derrotados. Los Suizos con garrotes y palos echaron a aquel ejército de su tierra, desde entonces no han tenido guerras hasta hoy, porque un hombre hizo el papel de héroe, hizo lo correcto. Eso nunca ha sido superado y muy pocas veces ha sido comparado con heroísmo.

Pero eso es algo insignificante. Un día, hace muchos años, los hijos de Adán, la raza de este mundo, estaba arrinconada contra un muro de enfermedades, aflicciones y pecado. Les había enviado profetas y los mataban, tenían toda clase de leyes y las rechazaban. La raza de Adán estaba acorralada en un rincón. Pero hubo Uno que descendió del Cielo y dijo: "Hoy bajaré a la tierra para dar Mi vida".

Buscó donde había más dardos, el temor de la raza de Adán era la muerte y Él agarró a la muerte camino al Calvario, la atrajo hacia Su pecho y le dijo a Sus discípulos: "Vacíense ahora, suban allá y esperen hasta que les envíe Algo con qué luchar". Discúlpenme… Bendito sea el Nombre del Señor. Él envió el Espíritu Santo y dijo: "Síganme y acaben con el pecado y la enfermedad hasta el muro". Hombres y mujeres, la cosa más grande que jamás le ha sido dada a la Iglesia de Dios, no es para sostener en su mano un papel religioso sino para ser llenos con el Espíritu Santo de Dios y acabar con el reino del diablo, hasta que nuestro Capitán en Jefe tome el mando.

Dios les bendiga. No crean que estoy fuera de mí. Cierto, yo sé de lo que hablo. Hombres y mujeres de honor, Uds. que creen en Dios y afirman tener el Espíritu de Dios en sus corazones, si están enfermos o necesitados ya tienen el arma para pelear contra esa enfermedad, ya está en Uds. porque Dios se la ha dado. ¿Por qué retrocederemos como cobardes? ¿Por qué nos quedaremos en la frontera? Sigamos al Capitán, sigamos al que fue al Calvario, cuando Él fue al Calvario fue herido por nuestras rebeliones y por sus llagas fuimos curados.

Tome lo que Él le da y luche contra la enfermedad y el pecado. Eche la incredulidad. Dígale al diablo que es un mentiroso y que Cristo dijo que Él ha vencido al mundo. Mayor es el que está en vosotros que el que está en el mundo, mayor es el Poder de Cristo en Ud. que la enfermedad que tiene en su cuerpo en esta noche, mayor es el Poder de Cristo que ese pecado que te rodea y que no puedes vencer. Tomemos al Espíritu Santo y venzamos al diablo, salgamos victoriosos como héroes de la Cruz. Oremos.

 

Copiado del Mensaje:

58-0128 Torre De Babel (64-72)

Predicado por el nuestro Hno.

William Marrion Branham.