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miércoles, 12 de junio de 2013

Si Oyereis hoy su Voz

 

Otra vez determina un día: Hoy, diciendo después de tanto tiempo, por medio de David, como se dijo:
Si oyereis hoy su voz,
No endurezcáis vuestros corazones.

Heb 4:7

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beagleMe recuerda de una historia que leí hace algunos años tocantes a un buscador de oro en Arizona. El era una de esas personas locas por el oro, y él quería hacerse rico en un instante, así que él se fue al desierto a buscar. Mientras él estaba buscando (la historia continúa), él encontró un gran nido de pepitas, y de la noche a la mañana, llegó a ser un multimillonario, con sacos llenos de oro. Y él cargó su burro, y él y su burro, y su perro fiel, emprendieron su viaje de regreso a la civilización con el sudor corriéndole por su rostro, sus ojos le brillaban, iba en su camino para disfrutar de unos momentos agradables el resto de su vida.

Así que cuando él estaba acercándose adonde sería su lugar de destinación, decía que había una choza vieja abandonada. Y él entró en esa choza, y puso el dinero sobre la mesa al lado de una pequeña candela de grasa, y les estaba dando un vistazo a las pepitas. Pero no tenía la menor idea que había ojos que lo estaban vigilando. Y como para el momento que él se acostó y se durmió... Cuando él se estaba durmiendo, el viejo perro fiel empezó a ladrar. Y él estaba acostado sobre su almohada, pensando: "¡Oh!, mañana cambiaré estas pepitas por dinero. Y compraré grandes automóviles, y beberé buen whisky. Yo haré todas estas cosas, y disfrutaré de unos momentos agradables, e iré a todo baile", y todo lo que él iba hacer; estaba soñando sobre eso.

Y su perro continuó ladrando, ladrando sin cesar. El fue a la puerta y la abrió, y dijo: "¡Cállate!" Y el perro aulló; él estaba atado con un correa, y él trató de advertir a su amo. Pero él se metió otra vez y se acostó en la cama. Y otra vez el perro empezó a ladrar. Y él le gritaba una y otra vez: "¡Cállate! ¡Yo no te quiero oír! Yo quiero tener un hermoso sueño en esta noche de los momentos agradables que voy a disfrutar mañana cuando obtenga el dinero en efectivo por mi oro". Y finalmente el perro ladró otra vez. El se encolerizó. El fue al rincón y tomó una escopeta de doble cañón, se dirigió hacia la puerta con ambos disparadores hacia atrás, y le disparó al perro, matándolo. Dijo: "Eso te arreglará. Yo ya no te necesitaré de todas maneras". Puso el rifle allí, y se acostó en la cama, y dobló sus brazos con su sueño, y se durmió. 

Sólo en un ratito, la puerta se abrió fácilmente. Alguien se deslizó por el piso, y clavó un sable en su pecho, y tomó el oro, y se fue con él. ¡Oh!, ¿qué hizo él? ¡El mató la voz que lo estaba advirtiendo! No permitamos que ese sea nuestro caso. ¡Oh!, esa Voz del Espíritu Santo que advierte a la iglesia día tras día mientras vemos el acercamiento del Señor. No callemos esa Voz ignorándola y rechazándola. Sino que pongamos atención a la advertencia que nos da. Dios tiene guardas sobre Su heredad.

 

Y dijo Jehová: No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre, porque ciertamente él es carne; mas serán sus días ciento veinte años

Gén 6:3

60-0722 Guarda, ¿Qué de la Noche? (18-20)

Predicado por el Rvdo. William M. Branham

 

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