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lunes, 26 de diciembre de 2011

Vergüenza

 

     
Vergüenza
     

 

Hace unos años, hubo una muchacha que fue al colegio, y con muchas de sus colegas allí, ella misma llegó a ser una pequeña sabelotodo, después de su enseñanza del campo que había tenido por su madre en un hogar del campo. Y un día ella decidió, algunos dos años después, de visitar a su madre de nuevo. Ella le escribió a ella un telegrama y le dijo que llegaría en tal y tal tren, para encontrarla en la estación. Sin embargo, ella trajo a otra sabelotodo con ella. Y ella misma había llegado a ser una sabelotodo. Y ella trajo a otra con ella, que era más o menos una adolescente sabihonda de los modernos días de sofisticación.


Y cuando ella llegó a la estación, cuando empezó a bajarse del tren, ella miró. Y allí estaba su madre, buscando con todo lo que estaba en ella, para ver adónde estaba su hija. Y cuando la muchacha que estaba con ella, mamá... la vio con toda la cara cicatrizada, y sus manos todas quemadas. Y ella se veía terrible, vieja, y se veía horrible. Y la muchacha que estaba con la pequeña María le dijo a ella: "¿Me pregunto quién es esa vieja de apariencia miserable?"

Y la muchacha estaba avergonzada de su madre. Ella dijo: "Yo no sé. Yo no sé quién es ella".
Y su madre, cuando vio a su hija, corrió hacia ella y la abrazó, y empezó a besarla.
Ella la empujó, dijo: "Yo no la conozco. Ud. tiene la persona incorrecta", porque ella no quería estar afiliada con tal persona que alguien más se riera y se burlara de ella.


De casualidad había allí un hombre, un conductor del tren, parado junto. El cogió a la joven del hombro. El dijo: "¡Qué vergüenza, desdichada! Yo recuerdo el caso muy bien".


Y la gente se reunió a oír lo que había sucedido. El detuvo a la muchacha, y él dijo: "Esta jovencita, cuando ella ni tenía seis meses de edad, estaba en su cunita en el piso de arriba. Y su preciosa madre, la mujer más hermosa que alguna vez haya visto", dijo el viejo conductor. Dijo: "La casa empezó a quemarse mientras su madre estaba tendiendo ropa. Y todos los vecinos corrieron, gritando, ellos lo vieron. La madre nunca lo notó. Era en el porche del lado de la casa. Y las llamaradas habían prendido bien, y se habían ido hacia arriba".

Y dijo: "Ellos no podían detener a esa madre frenética. Su Bebé estaba en el piso de arriba" Y dijo: "Todos ellos gritaron, ‘Ud. no puede traspasar esas–esas llamaradas'. Pero ella tomó la sábana que estaba en su mano, al estar tendiéndolas, y era una sábana mojada. Y ella se la puso alrededor de ella, y ella se fue a través de las llamaradas, y al piso de arriba, sin pensar acerca de su propio peligro. Entonces cuando ella llegó allí, ella sabía que no se podía envolver la sábana alrededor de sí misma para regresar. Pero, para salvar la hermosura de su hija que iba a continuarse en ella, ella envolvió a la bebé en la sábana, y corrió a través de las llamaradas, con la cara descubierta y manos y brazos. Y quemó la carne de su cuerpo, y encogió sus mejillas a sus huesos, y la desfiguró, quemó su cabello, y los–los... todo hasta los huesos en sus dedos".

Dijo: "Ella llegó a ser fea, para que tú pudieras llegar a ser bonita. Ella se privó de su hermosura, ella se privó de todo lo que ella tenía, para que ella pudiera salvarte. ¿Y entonces tú te paras y estás avergonzada de esa preciosa madre?"

Hermano, cuando veo a Dios, al Dios del Cielo, que se privó de Su trono, Su hermosura, y todo lo que El era; para nacer encima de una pila de estiércol, ser envuelto en pañales, para que le hicieran burla por Sus señales y Sus maravillas, para que fuera llamado un demonio; ¿debería yo avergonzarme de El? No, señor. Dejen que el mundo clásico haga lo que quiera hacer. Para mí, El es una súper señal. ¡El Espíritu Santo en mí clama! Pudiera hacerme actuar raro y ser un hombre loco para este mundo, pero no puedo negarlo a El quien hizo tanto por mí. El tomó mi lugar en muerte. El tomó mi lugar en el Calvario. El hizo todas estas cosas. El condescendió del Cielo, de los tronos blancos de perla, para llegar a ser un hombre; para probar de mi sufrimiento, para pasar por mi tentación, para saber cómo ser la clase correcta de mediador en mí, para dirigirme y guiarme a Vida Eterna. Y a través de Su pobreza, yo soy hecho rico. A través de Su muerte, se me ha dado Vida, Vida Eterna.

No lo niegue a El. No esté avergonzado de El. No esté avergonzado de El. Pero abrácelo, y diga: "Sí, mi querido Señor, dame a mí como a ellos en el Día de Pentecostés. Señor, dame el Espíritu Santo. Derrámalo dentro de mi corazón. A mí no me importa lo que digan los adolescentes. A mí no me importa lo que el mundo diga. Yo no estoy mirándolos a ellos. Yo estoy mirándote a Ti". ¿Qué es? ¿Unirse a la iglesia? No. La súper señal, Emanuel, ¡Dios con nosotros!
Oremos.

En la audiencia de la gente esta mañana, ¿hay alguien aquí que le gustaría decir: "De mi parte, yo estoy avergonzado de mi vida; yo no estoy avergonzado de El; yo estoy avergonzado de mi vida", para ofrecerle a El, Quien llegó a ser feo, y despreciado por el mundo?


"Un varón de dolores, experimentado en quebranto. Todos escondimos nuestros rostros de El", dijo el profeta. "El fue despreciado y rechazado. Sin embargo, nosotros le tuvimos por azotado y por herido de Dios. Sin embargo, El fue herido por nuestras rebeliones, y molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre El, y por Su llaga fuimos nosotros curados".

¿Se avergonzarían Uds. de El? Si lo están, vengan al altar y arrepiéntanse de sus pecados. Si Uds. no están avergonzados de El, y están avergonzados de su vida que le han presentado a El, una cosa tan horrible. Uds. se han avergonzado muchas veces, delante del patrón, delante de su amiga, delante su amigo, delante su novia o novio. Uds. se han avergonzado de El, Emanuel morando en Uds. Levanten sus manos y digan: "Dios, perdóname por haberme avergonzado".

Nuestro Señor y nuestro Dios, humildemente y muy bondadosamente te pedimos que aceptes nuestra disculpa, esta mañana, por todas nuestras faltas, porque todos nosotros a veces somos culpables. Somos culpables de no pararnos por la Verdad. Somos culpables. Cuando quieren llamarnos algún nombre malo, como, oh, "santo rodador" [un aleluya–Trad.], o alguna cosa mala que no es así, sin embargo, algunas veces retrocedemos como Pedro y nos calentamos en el fuego del enemigo. Perdónanos, Señor.


Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación adulterina y pecadora, el Hijo del hombre se avergonzará también de Él, cuando vendrá en la gloria de su Padre con los santos ángeles. Mr 8:38

Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego. Rom 1:16

59-1227 (t) Una Súper Señal (WMB)